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Para los pueblos del antiguo Perú, el equilibrio cósmico dependió siempre de la complementaridad, haciendo ineludible la presencia femenina en los ámbitos de poder. Por ello no debería sorprender el hallazgo, de tumbas de mujeres con atributos de mando, lujosos ropajes, abundancia de joyas e incluso sacrificios humanos

Es difícil precisar si las funciones de estas mujeres fueron políticas o religiosas, aunque en las sociedades agrícolas, donde la prosperidad, y por ende el poder, dependían del clima y la voluntad divina que lo controlaba, uno y otro aspecto debieron encontrarse estrechamente vinculados. Fueron, en todo caso, mujeres que detentaron mucha autoridad, rodeadas de riquezas y atributos de poder que las acompañaron en sus sepulturas, halladas en la costa desde Nasca, en el sur del Perú, hasta el centro del territorio, en Caral, y al noroeste en la eclosión cultural moche-sicán. Todas ellas, incluida la momia hallada en Cajamarca, a 2700 m.s.m en el norte montañoso, eran mujeres entre los 12 y los 40 años, de no más de 1,60 m de estatura, algunas con deformaciones craneanas o tatuajes mágicos pero todas, en un amplio arco temporal de 3700 años, en un indiscutible testimonio del relevante papel de la mujer en las sociedades amerindias de la región.

La Dama de los Cuatro Tupus (2500 a.C)
Caral, al norte de Lima, y Aspero, su puerto, son las urbanizaciones más antiguas del continente. En Aspero, en un pozo relleno con cenizas, se encontró el cuerpo de una mujer en una llamativa posición: si bien su ajuar indicaba un alto estatus social (un collar de cuentas de moluscos y un dije de spondylus, además de cuatro prendedores o tupus de hueso rematados en forma de aves y monos), su momia, envuelta en tela de algodón y una esterilla de junco, se hallaba en posición flexionada prácticamente dado vuelta, con la cabeza hacia abajo, acaso por un imprevisto movimiento de suelos.

La Dama de Pacopampa (aproximadamente 900 a.C.)
Bajo la plataforma principal del sitio de Pacopampa, en Cajamarca, se encontró el enterramiento intacto de una mujer con deformación craneana luciendo orejeras y aretes de oroy un collar de conchas marinas provenientes de la costa. Lo cuidado de su ajuar la señala como alguien relevante dentro del grupo, indicando que en épocas tan tempranas y en una sociedad en los inicios de su organización, existían ya mujeres preparadas para implementar las relaciones con lo sobrenatural.

La sacerdotisa de Cahuachi (entre 300 y 450 d.C)
Era una niña de entre 12 y 14 años y se la halló envuelta en tejidos bordados con figuras de orcas (máximas divinidades marinas) y una gran nariguera de oro bañada en plata, collares y brazaletes de spondylus con perlas de oro, amatistas y lapislázulis. Su momia, hallada en Cahuachi, zona de Nasca, presentaba pinturas corporales y problemas óseos, como una vértebra supernumeraria y una deformación en un antebrazo debido, presumiblemente, al prolongado tiempo transcurrido en posición de orar. El haberla encontrado en un pequeño templo con columnas y rodeada de pájaros rellenos de paja y canastos y ceramios en miniatura, la mostraría como destinada al sacerdocio, aunque pudo considerarse la encarnación de alguna divinidad.

Una historia dibujada en la costa noroeste
Entre el siglo I d.C y la llegada de los incas, la costa del noroeste del Perú fue escenario del esplendor de grandes culturas como la moche, chimú y lambayeque o sicán. Estos pueblos, fuertemente organizados y socialmente controlados, mantuvieron una sólida interrelación con las fuerzas sobrenaturales, a quienes se dedicaban sacrificios humanos y complejas ceremonias que quedaron plasmados tanto en las paredes de los templos-pirámides como en los finos trazos con que adornaron muchos de sus ceramios.

Estos últimos develaron prácticas rituales que luego ayudarían a descubrir la identidad de las mujeres halladas en las tumbas de la zona. Tal es el caso de“la ceremonia del sacrificio” representación donde se grafica la ejecución de prisioneros cuya sangre es ofrecida ritualmente a los dioses en “la copa del sacrificio” por cuatro sacerdotes, cuyas vestimentas y atributos coincidieron con los hallados en las tumbas del Señor de Sipán (gobernante principal 250 d.C) y de las Señoras de Cao (400 d.C ), de San José de Moro (750 d.C) y Lambayeque (1200d.C), confirmando su participación en los rituales y su pertenencia a una élite de la más alta jerarquía.

Señora de Cao (400 d.C.)
Fue en el nivel superior del centro ceremonial de Cao Viejo, en el complejo arqueológico El Brujo, a 45 km de la actual ciudad de Trujillo, donde se descubrió la momia de una joven mujer cubierta por un extraordinario tesoro: 18 collares de oro, plata, lapislázuli, cuarzo y turquesa además de 30 narigueras de oro y plata, diademas y coronas ceremoniales de cobre dorado. La mortaja, de algodón finamente bordado, estaba cubierta por placas de metal. A su lado, cetros de madera forrados en cobre utilizados como símbolos de poder y supremacía. La escoltaban 3 acompañantes. Su cuerpo, tatuado con animales de poder de la cosmovisión moche, presentaba un vientre sumamente dilatado, sugiriendo una muerte por complicaciones en el parto.Además de las ceremoniales, sus funciones pudieron ser las de curar, predecir el futuro e incluso coser con las herramientas del costurero hallado entre sus posesiones.

La Sacerdotisa de San José de Moro (aproximadamente 750 d.C.)
En el valle del Jetepeque, fueron halladas dos tumbas, una con una mujer de unos 40 años, rodeada por dos acompañantes y ricas ofrendas entre la que se destacaba una significativa Copa de Sacrificio de cobre. La segunda tumba, de una mujer más joven, presentaba similares características, incluida la copa de cobre, sólo que el ataúd se hallaba rodeado por un par de “moldes” dorados de brazos y otro de piernas.

La Primera Dama de Lambayeque (1200 d.C)
Hallada en el sitio de Chornancap en compañía de otras 8 mujeres y en medio de importante riqueza, así como, una vez más, una copa ritual de cobre al alcance de su mano, esta momia demuestra la perduración de la élite sacerdotal femenina a lo largo de, por lo menos 3.700 años.Una continuidad que, en lo político podría manifestarse aún en épocas coloniales en las personas de las “capullanas” o cacicas de las que hablan algunos cronistas españoles, relatando, sorprendidos que, no sólo eran “mandonas” con mucho poder, sino que, además, tenían el derecho a casarse muchas veces, desechando previamente a los anteriores maridos.

Por María Ester Nostro
Imagen: Ruinas de la antigua ciudad de Caral, Perú
Fuentes:
Fundación Wiese. Tesoros preincas de la cultura mochica, 2012, Lima.
https://noticiasdenascadelperu.blogspot.com/2009/10/la-sacerdotisa-de-cahuachi.html
https://rinconperucho.blogspot.com/2009/09/dama-de-pacopampa-revela-importantes.html
https://joel-gamboa.blogspot.com/2013/01/la-sacerdotisa-de-san-jose-de-moro.html
Fecha: 08/05/2023

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