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La construcción de una red de petróleo y los daños en tierras y comunidades, convencieron a los indígenas de que la “serpiente negra” ha emergido y que hay que prepararse para enfrentarla

“Tras sufrir más allá del sufrimiento, La Nación Roja se levantará nuevamente y será una bendición para un mundo enfermo. En ese día habrá entre los lakota, personas que llevarán el conocimiento y la comprensión de la unidad entre todos los seres vivos…” profecía sioux

Hace poco tiempo recordábamos en estas páginas la derrota infligida en 1876 por las tribus sioux y cheyenne a las tropas del general George A. Custer en la batalla de Little Big Horn. También recordábamos que las tierras en disputa habían sido otorgadas a perpetuidad a los siuox en 1868 (Tratado de Fort Laramie), pero el descubrimiento de oro en las Black Hills (Colinas Negras) hizo que el ejército fuera arrinconando a las tribus para internarlas en reservaciones.

En 1877 las sagradas Colinas Negras fueron expropiadas y la población terminó instalada en 6 reservaciones en las que aún habitan, en Dakota del Norte y Dakota del Sur regidas por constituciones propias y con el gobierno de sendos Concejos Tribales. Standing Rock (Piedra Erguida) es una de ellas. Esta reservación, de 9.000 km cuadrados y 8.250 habitantes, mantiene su jurisdicción sobre todas sus tierras incluyendo vías de comunicación, fuentes de agua y corrientes que cruzan el territorio.

Casi como una paradoja histórica, hoy, en el siglo XXI, la situación es muy parecida a la que vivieron Toro Sentado, Caballo Loco, Gall y Nube Roja. El motivo: la construcción de un oleoducto (“ pipeline ” ) de 1800 kilómetros de largo para trasladar diariamente más de 400 mil barriles de petróleo crudo, el oro negro, desde el oeste de Dakota del Norte cruzando Dakota del Sur y Iowa para conectarse con un oleoducto existente en Illinois. El trazado implica pasar por debajo del río Misuri y el lago Oak, lo que de por si pone en riesgo la disponibilidad de agua potable no solo para las tribus sino también para los granjeros y rancheros no indígenas cuyas tierras se han visto perjudicadas, a veces expropiadas, por el paso del oleoducto.

El hecho es que este petróleo posee una densidad calificada como “tar” (brea, alquitrán). Esta particularidad hace que la contaminación sea altamente destructiva en los frecuentes derrames a lo largo de los múltiples oleoductos que corren desde Canadá al norte hasta Texas en el sur, desde la Columbia Británica o California sobre el Pacífico hasta el Estado de Maine en el Atlántico, en una gigantesca red que ya ha generado importantes protestas y alianzas, como la Cowboy-Indian Alliance, en la lucha por protección de propiedades particulares y el medio ambiente en general. En el mes de abril, este grupo organizó un encuentro de cinco días en Washington DC, con una marcha de 5 mil indígenas, rancheros y activistas ambientales por las calles de la Capital estadounidense.

Aunque la contaminación del agua es el principal reclamo de Standing Rock, preocupa también la construcción de infraestructura propia de la obra, así como la circulación de camiones y el trazado de carreteras y vías férreas. Lo más importante, sin embargo, es que esta construcción viola el Acta Nacional de Preservación Histórica y no contempla la sacralidad de muchos sitios por los que atraviesa –sostienen los abogados del grupo ambiental Earthjustice , que asumió la representación legal de los indígenas contra la empresa constructora y sus asesores del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos.

La profecia de la serpiente negra y el ciber espacio

Entre los sioux lakota existe una antigua profecía que anuncia el surgimiento de una feroz serpiente negra desde las entrañas de la tierra, trayendo consigo sufrimiento y destrucción. La construcción de la red de oleoductos en Estados Unidos y los daños en tierras y comunidades, convencieron a los indígenas de que por fin la serpiente negra había emergido para cumplir su anunciada misión y que había que prepararse para enfrentarla con la consigna de “vencer a la serpiente”.

Sin embargo, esta vez la lucha no se ha encarado en forma de batallas cuerpo a cuerpo sino por medio de otro tipo de demostración de fuerza, el de la solidaridad y la presencia, concreta o virtual, de la gente. Ya en 2014 cuando el gobierno tribal de Standing Rock se opuso explícitamente al proyecto del oleoducto, dispuesto a no asumir actitudes violentas a pesar de las decisiones adoptadas ignorando el parecer indígena, hasta que la construcción del gasoducto avanzó hacia las proximidades de la reservación.

El 12 de agosto pasado, alrededor de 200 miembros de la tribu se acercaron a la obra en señal de protesta, produciéndose el arresto de unas 30 personas, entre ellas el presidente de del Concejo de Standing Rock, Dave Archambault, por haber “invadido” el área restringida y “puesto en peligro” la seguridad de los empleados y bienes. A partir de entonces, cientos (dado el ritmo de llegada registrados en los últimos días en el llamado “rally contra el oleoducto” ya deben ser bastantes más) de indígenas de todo el país y ambientalistas del mundo entero, incluidos observadores de Amnistía Internacional, se siguen concentrando a orillas del río Misuri en espera de la respuesta a la demanda judicial presentada por Standing Rock. “Cuando empezamos con esto, a orar a orillas del río- recuerda Jasilyn Charger, una joven lakota de 20 años- la gente pensaba que estábamos locos. Mire lo que es esto hoy.”

En efecto, en el campamento funciona ya la Spirit of Resistance Radio, en el 87.9 FM; el Servicio de Salud Indígena ha instalado una primera carpa sanitaria mientras se ha establecido un servicio de “vans” para acercar a la gente a las duchas y baños. Por otra parte, se ha pensado en emplazar aulas donde enseñar lenguas nativas a los niños. El 15 de agosto, el Jefe Archambault hizo un llamado mundial: “A todas las tribus de nativos americanos y a todos los pueblos indígenas del mundo, hagan llegar su solidaridad a Standing Rock emitiendo proclamas, resoluciones y/o cartas de apoyo.”

Poco después, Standing Rock recibió la solidaridad del Congreso Nacional de Indios Americanos (NCAI) y 87 resoluciones y cartas de gobiernos tribales, además del apoyo de líderes indígenas de la talla de Aguila Manchada, la reconocida anciana lakota, de la activista texana Jane Kleeb o de las autoridades de tribus tan remotas como las tlingit y haida de Alaska. Sin olvidar a estrellas del espectáculo como Susan Sarandon y Leonardo di Caprio.

“Ustedes escucharán alguna gente diciendo que [el proyecto del oleoducto] es necesario porque da trabajo y desarrollo económico –enfatizó Archimbault en un reciente reportaje- Ustedes escucharán gente diciendo que este proyecto nos da independencia energética. Ustedes escucharán gente diciendo que este proyecto refuerza nuestra seguridad nacional porque reduce nuestra dependencia del petróleo extranjero. Todo esto es bueno mientras no se haga a costa de las comunidades indígenas: más y más nuestras tierras se reducen, nuestras tierras son inundadas por aguas fuera de control (…) Este oleoducto cruza nuestro territorio, aún cuando había una ruta alternativa por el norte de Bismarck [capital del Estado] hasta que alguien hizo notar que perjudicaba la calidad del agua potable de esa comunidad y se desvió hacia el norte de Standing Rock. Nunca nos escucharon.”

Según señala el periodista Mark Trahant en un artículo posteado el 22 de agosto, hay tres razones por las que se logrará detener la construcción del oleoducto: la primera es el poder de las redes sociales: miles de personas acuden personal o virtualmente en apoyo de Standing Rock y esto ya es irreversible; segundo: al desviar el oleoducto de su traza original se puso de manifiesto la indiferencia ante el daño a las comunidades indígenas. Hace unos años, esto hubiera pasado desapercibido, pero no en la era de las redes sociales. Tercero: la conciencia ambientalista ya instaló la idea de que el petróleo, el gas y el carbón deben quedarse bajo tierra. De ello depende el futuro de la Tierra.

El juez que entiende en la causa, James A. Boasberg, del la Corte Distrital de Estados Unidos, prometió expedirse antes del 9 de setiembre sobre la detención de las obras. Mientras tanto, los sucesos en Standing Rock pueden seguirse en tiempo real por Internet y You Tube, por donde se transmiten las reuniones de los Concejos tribales, la llegada de nuevos adherentes o los cantos con tambores alrededor del fuego durante la noche. Es el milagro de las comunicaciones de nuestro tiempo.

Para comunicarse con Standing Rock:
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Por María Ester Nostro
Fecha: 2/9/2016

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