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¿Mera coincidencia? Hace unos días un diario de Buenos Aires publicó una editorial que generó varias respuestas, entre ellas la nuestra. Ahora en Uruguay el artículo de un ex Presidente produjo la réplica de los hermanos charrúas

Contestación Pública a Julio María Sanguinetti
El pasado 19 de agosto de este año, el Ex-presidente de la República, y uno de los políticos más influyentes de la Democracia post-Dictadura, Julio María Sanguinetti, publicó un artículo titulado “Charruísmo Estatal”.

Este artículo no solo encierra errores históricos sino una visión totalmente racista y colonialista sobre los pueblos originarios además de utilizar palabras totalmente peyorativas y denigrantes hacía las organizaciones y personas indígenas en el país, el solo hecho de utilizar el término “charruísmo” es totalmente peyorativo. Es por eso que consideramos que el público general tiene el derecho a escuchar la otra voz, la voz de los pueblos originarios. Es por eso que desarrollamos esta contestación pública.
El Sr. Sanguinetti cuestiona los términos de “Genocidio” y de “Culturicidio” sobre las Campañas lideradas por el General Rivera en los comienzos de nuestra vida independiente.

También cuestiona los “ataques” al General Rivera, el cual sería un “héroe de la Patria” y al cual le deberíamos culto y admiración. No soy muy conocedor del concepto de “culturicidio” (término originado por el periodista Rodolfo Porley en su investigación “El Laberinto de Salsipuedes”) que significaría algo así como “el asesinato de una cultura”. Sin embargo, si sabemos algo de lo que es el concepto de “Genocidio” y lo que fueron las Campañas de Rivera así como por que la política del Estado naciente si se puede catalogar de Genocidio.
El concepto de Genocidio fue utilizado por primera vez a finales de la Segunda Guerra Mundial por Raphael Lemkin en un libro de denuncia de la ocupación nazi en Europa. Según él, Genocidio era la aniquilación coordinada y planificada de un grupo de determinada nacionalidad, religión, raza u ideología mediante diversas acciones, cuyo objetivo consistía en eliminar los cimientos fundamentales para la supervivencia y reproducción del grupo como tal. Estas acciones siempre son realizadas por un grupo dominante y poderoso contra otro minoritario. El genocidio nunca se da entre grupos en igualdad de fuerzas.

Para realizar tal destrucción su definición incluía ataques a las instituciones políticas y sociales, la cultura, el idioma, el nacionalismo, la religión y la existencia económica del grupo. Estas acciones podían ser hechas tanto a través de matanzas, trabajos forzados, castigos físicos y psicológicos e imposiciones ideológicas y sociales ajenas al grupo. En este sentido el autor concebía al etnocidio y/o culturicidio (eliminación cultural) como una herramienta del genocidio. En 1946 gracias a la lucha de Lemkin y de los sobrevivientes del Holocausto, las Naciones Unidas incorporó una definición de genocidio, el cual es concebido como el peor crimen contra la Humanidad. El Estatuto de Roma regula y establece los castigos para los crímenes de lesa humanidad como el Genocidio.

Se le llama “Genocidio Charrúa” a la serie de acciones tomadas por los representantes del Estado Oriental entre 1831 y 1834 con el fin de exterminar a las poblaciones indígenas, en especial a la charrúa. Dichas acciones implicaron matanzas, persecuciones, batallas, deportaciones, trabajo forzado, apropiación de los territorios, separación de los niños de los adultos e imposición ideológica y social ajena a la del grupo.

Tras la Jura de la Constitución, es electo presidente de la República el General Fructoso Rivera. Como primera política de su gobierno será la de cumplir con las exigencias de la clase terrateniente de erradicar a los indios para apropiarse de sus tierras. Posteriormente vendrá la conocida matanza de Salsipuedes. Bajo el argumento de hacer una alianza entre los caciques y el nuevo gobierno en el cual, los charrúas ayudarían a defender la frontera con el Brasil y a recuperar ganados a cambio de la adjudicación de tierras fiscales sobre el Arapey. Este fue el motivo por el cual se reunieron un gran número de indígenas en el paraje de Salsipuedes. En dicho paraje se emboscó y masacró a por lo menos 200 charrúas (según testimonios de testigo de los hechos) y se tomaron más de 300 prisioneros.

Sin embargo, hasta el año 1834 hubo una serie de matanzas como Estancia de Bonifacio Benistes, Mataojo, Sierra del Infiernillo, Cañitas y Mataperros y batallas como Yacaré Cururú, Itapebí y Yarao. Durante estas persecuciones también se reprimió y masacró a los guaraníes de Bella Unión que se habían movilizado reclamando tierras y semillas para trabajar. Entre la masacre de Cañitas y el escarmiento a los partícipes del movimiento, gran parte de la población guaraní fue asesinada. A esto se le debe agregar que la población guaraní sobreviviente fue dividida y una parte realojada, estableciéndola en una localidad de fácil control por parte de las autoridades nacionales. También debemos mencionar que los guaraníes eran utilizados como carne de cañón en las guerras. Por lo cual la participación de estos en los ejércitos es la prueba de la dominación que sufrieron.

Los cientos de charrúas prisioneros tanto en Salsipuedes como en las posteriores matanzas, fueron deportados a regiones del país alejadas de sus territorios originales como Montevideo, Durazno y Paysandú y utilizados en trabajos forzados en estancias, cuarteles y casas señoriales. El Ministerio de Guerra y Marina establece un decreto el 3 de mayo de 1831 el cual establece el reparto de los niños prisioneros entre las familias criollas pudientes y con la condición de que se los cristianice para “sacarles el salvajismo que llevan dentro”. O sea, la imposición ideológica y adoctrinamiento de los miembros más jóvenes del grupo.

Finalmente, en agosto de 1835 con la promulgación de la Ley de Enfiteusis o Ley de “Arreglo de los Campos” se repartirán las tierras que antiguamente ocupaban los charrúas entre terratenientes nacionales y colonos extranjeros (como ingleses, brasileños y vascos).

Las políticas llevadas a cabo por el Estado Oriental en sus primeros años de vida independiente cuentan con todos los elementos de la definición de Genocidio, tanto la de Lemkin como la del Estatuto del Roma. Hay un objetivo explícito de erradicar a la población indígena y se incurre en cuanto método sea posible para desestructurar al grupo como las matanzas de miembros del grupo, lesiones graves a la integridad física y mental, medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo y el traslado de niños de un grupo a otro.

Si bien la mayor parte de la clase política de la época estaba de acuerdo con el Genocidio, hubieron voces en la época que se alzaron contra tales atropellos como un grupo de mujeres montevideanas que se les partía el corazón ver cómo lloraban las mujeres charrúas después que las separaban de sus hijos, el refugio que hizo Manuel Lavalleja (hermano del famoso Caudillo) de un grupo de sobrevivientes charrúas o la denuncia pública del Genocidio hecho por el diario “El Defensor de la Independencia Americana” durante la Guerra Grande.

A esto se le debe agregar que 15 años antes de las masacres de Rivera, José Artigas había reconocido los derechos de los pueblos indígenas a sus tierras, a su autonomía y a su bienestar. Las políticas contra los indígenas llevadas a cabo por los primeros gobiernos de la República Oriental del Uruguay va en un sentido totalmente contrario a lo que había planteado Artigas en la Liga Federal tan solo 15 años antes.

Pero el eje central del pensamiento de Sanguinetti es cuando habla de las virtudes de la sociedad hispano-criolla y los sacrificios que debió hacer para construir el país actual. Ese es exactamente el pensamiento colonialista típico de las sociedades de colonos producto del Colonialismo de Poblamiento. Estas sociedades como la nuestra, la argentina, la chilena, la norteamericana, la canadiense, la australiana o la neo zelandesa no les gusta para nada recordar la violencia brutal en la cual se gestaron como sociedad y mucho menos recordar que los privilegios de los colonos y sus descendientes provienen de la masacre, el saqueo y la esclavitud de los nativos. Por eso tienden a relativizar los Genocidios que la mayoría de estos países cometieron.

Recordemos que hasta los años 70, Custer era considerado un héroe en los Estados Unidos, hoy en día por suerte se lo considera una de los personajes más sombríos de la historia norteamericana.

Otra característica de estas sociedades es que dan por sentado que el choque civilizatorio provocara inevitablemente la desaparición de los pueblos originarios. Esto es lo que los anglosajones denominan “Manifest Destiny” (Destino Manifiesto), sin embargo la necesidad de combatir hasta casi el exterminio a una sociedad se debe principalmente a razones colonialistas y no a características innatas de las sociedades. Hay ejemplos de sobra que prueban la convivencia entre distintos grupos culturales sin la necesidad de que uno cometa Genocidio contra el otro.

Para finalizar, decir que lo que ha provocado la reacción colonialista de Sanguinetti es el compromiso de la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo (INDDHH) en la defensa de los derechos humanos de los pueblos originarios y en la denuncia a los atropellos sufridos por la Nación Charrúa y sus descendientes. Sanguinetti es la prueba de que fue una política oficial de gobierno durante muchos años el ocultamiento del Genocidio y la negación de los pueblos originarios y sus descendientes.

Pero nosotros, los charrúas, estamos saliendo de la larga noche del colonialismo y exigimos un mínimo de reparación por las décadas y décadas de menosprecio y usurpación. Y el Estado tarde o temprano tendrá que comprometerse con los pueblos originarios. Le guste o no le guste al señor Sanguinetti. Por suerte hoy no estamos en la época del darwinismo social sino en la época de las reemergencias indígenas.

Nota:
Martín Delgado Cultelli es el Presidente del Consejo de la Nación Charrúa ( CONACHA) y Delegado por los Pueblos Indígenas de Uruguay ante el Fondo Indígena. Tanto su nota como la que le dio origen, la del ex presidente Sanguinetti fueron publicada por el semanario “Palabras Cruzadas”

Por Martín Delgado Cultelli
Fuentes:
http://palabrascruzadas.uy
Indyimedia
ElOrejiverde
Fecha: 3/9/2016

Notas relacionadas:
Pueblos originarios, reflexiones para la memoria colectiva, 24 de agosto
Genocidio es una palabra que los historiadores han ninguneado, 03 de junio 2016
Nosotros, los charrúas, 23 de octubre 2015

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