Esta crónica de nuestro corresponsal Alfredo Mires Ortiz en su visita a Yunchaco, provincia de Cutervo, Perú, deja al desnudo la comprensión de otras formas de pensar y de un trabajo permanente por reflejar la realidad de las comunidades indígenas y campesinas de Cajamarca, haciendo visibles cuestiones profundas que los medios de comunicación no suelen publicar

Solo “desde adentro” es posible realizar apuntes que muestran testimonios poblados de nombres, rostros, historias de vida, trabajos comunitarios y un permanente rescate de los valores de la cultura a través de las labores cotidianas de quienes sostienen con su tarea el crecimiento de las comunidades.

Ya lo decía Alfredo en ocasión de una entrevista: "gran parte de los proyectos fracasan o fenecen porque no se sustentan en la propia tradición de los pueblos, no se imbrican con la propia tradición de los pueblos, los campesinos de Cajamarca han sido protagonistas reales de los procesos que estaban emergiendo, las bibliotecas rurales crecieron como fruto de esos propios procesos de la población"

Para muestra están estos proyectos que ya llevan más de 40 años de andares y de libros, como "Las bibliotecas rurales de Cajamarca”, que continúan fortaleciendo la identidad de los paisanos cajamarquinos, logrando que la lectura siga viva entre los comuneros.

He aquí la crónica de Alfredo:

Caminando, como conversar, pregunto a Rigoberto –un joven comunero de Yunchaco– cómo fue para él aprender a leer:
–Aprendí nomás –me dice–, pero nunca leí.
Rigoberto no recuerda ningún título ni autor de su paso por la escuela.
–Nos hablaban de algunos escritores, pero era como si fueran de otro país. Y era para el examen… Una vez un profesor nuevo nos dijo que teníamos que comprar una obra: ¡¿de dónde íbamos a comprar ese libro si apenas teníamos para comprar comida, y dónde para comprarlo?!
Por eso ni siquiera le agarrábamos cariño a la lectura…En la ciudad debe ser diferente porque aunque sea uno tiene los carteles de propaganda para leer, pero aquí en el campo ¿qué carteles íbamos a leer?
–¿Y ahora, con la Biblioteca Rural? –le pregunto.
–¡Eso es otra cosa! Eso es como mi casa. Ahí leo porque quiero y con ganas; ahí nadie me ordena ni me amenaza. Si me equivoco leyendo en voz alta es normal: entre todos nos corregimos y nos alegramos aprendiendo. Y además, con los libros de cuentos (de la Biblioteca Campesina) se me fue quitando el miedo: yo nunca pensé que los libros podían hablar como nosotros. Y cuando ya le agarré camote (confianza o cariño) ya pude leer mejor otros libros.
–¿Qué has comprendido con eso? –le insisto.
–Que hubiera sido lindazo tener esa posibilidad desde pequeñito.

Fuente: Alfredo Mires; Yunchaco, pcia de Cutervo
http://bibliotecasruralescajamarca.blogspot.com.ar/2015/09/andares-en-yunchaco-leer.html, agosto 2015
Fecha: 14/9/2015