El nuevo libro de Marcio Souza apela a nuestro futuro como especie desde la perspectiva de un amante de la gran selva sudamericana, donde un árbol derrumbado es una palabra suprimida y un río contaminado una página censurada

Ningún libro nos tocó tan a fondo en la Amazonía como "A Expressão Amazonense do Colonialismo ao Neocolonialismo", escrito por Marcio Souza. El libro publicado en 1977, cuando la dictadura militar todavía mantenía sus dientes bien afilados, abrió nuevos horizontes, iluminó las salas de clase de la Universidad Federal de Amazonas y nos indicó caminos por recorrer. Fue una ráfaga de inteligencia y de libertad en medio de la oscuridad.

Durante sucesivos semestres, discutíamos cotidianamente el texto con nuestros alumnos, usándolo como un pastor usa la Biblia. En el buen sentido. Con sentido crítico afinado. Nada de lo que debatíamos dispensaba consulta a sus capítulos y versículos. Funcionaba como un espejo, donde podíamos ver nuestra propia imagen. Ahora, destinado a un público más extenso, Marcio nos brinda la "Amazônia Indígena", una antología de textos que de cierta forma, es la reactualización de la anterior, una especie de "A Expressão Amazonense II". Sospecho que tendrá destino similar.

Con una erudición de "ratón de biblioteca" que es, Marcio Souza continúa aquí el diálogo iniciado hace cuarenta años con la producción científica sobre la Amazonía, reivindicando la centralidad de la región, debatiendo, polemizando y defendiendo el lugar que ocupa en la historia. Transita con desenvoltura por diferentes campos del saber - historia, antropología, filosofía, arqueología, demografía, economía política - con un enfoque interdisciplinar, que sumerge en la filosofía griega y alemana, emerge entre los enciclopedistas, fluctúa y desemboca en la producción de la literatura local.

Su lectura de los grandes pensadores para con ellos ver la Amazonía ya seria en sí, una contribución inestimable. Pero el autor va más lejos. Con los ojos bien abiertos para adentro y para fuera de la región, construye su legitimidad para el debate, a la manera de los cronistas americanos, no apenas a partir de la lectura de libros, sino incorporando su experiencia personal en la lectura de la floresta, de los pueblos de la floresta y de las ciudades erguidas dentro de ella en los últimos cuatrocientos años. Su lugar de enunciación es el de un amazonense - mucho más que cuatrocentón, un amazonense milenario - que visita las narrativas míticas, los soplos de la creación y las historias del viento que viene de la selva, del rio y de los pueblos que ahí viven y navegan.

Árbol caído

En la primera parte, el autor organizó varios textos poniendo el foco como protagonistas, a los pueblos que vivían en la Amazonía antes de los europeos, "los únicos que habían conquistado el status de una cultura que hablaba en todos los niveles el lenguaje de la Amazonia" y que fueron capaces de crear un patrón cultural que dio origen a la Cultura de la Selva Tropical. Incorporó aquí las principales conclusiones de la arqueología y de la etnolinguística para explicar las sociedades de cazadores y de recolectores, hasta la formación de los primeros agricultores que domestican plantas y hacen experimentos en sintonía con los ecosistemas. Registró también las narrativas míticas que se mantienen vivas y que tratan del origen del mundo, del nacimiento de los hombres, de las aventuras de Juruparí y otros héroes civilizadores, así como las historias de contenido profano, erótico o cómico, con sus articulaciones dramáticas y su encanto sensorial, recogidas por "tupinólogos" como Stradelli, Barbosa Rodrigues, Couto de Magalhães, Brandão Amorim, Nunes Pereira, Theodor Koch-Grunberg entre otros.

La espada y la cruz surgen en la Parte 2 destinada a hacer un balance del proceso colonial: violencia, esclavitud, catequesis, guerras "justas", pero también la resistencia de los Tupinambá en Belén, de los Manau, Baniwa, Mura y Baré y otros pueblos en el área del Forte de São José da Barra, además de centenas de rebeliones, muchas de ellas señaladas por el investigador americano David Sweet. Algunas de esas luchas de un pasado reciente, el autor escuchó por la primera vez de la boca de su padre Jamacy, un sindicalista combativo que en 1964, castigado por la dictadura, fue a trabajar como recaudador de rentas en Santo Elias do Airão, donde circulaban historias de cazadores de indios y de masacres de los Baré y de los Waimiri-Atroari. Chocado con la brutalidad de los embates, Jamacy las recontó en casa a los hijos de América y para ella misma, doña América, que sabe escuchar. Lo hizo en memoria de los indios perseguidos y masacrados.

Un tópico que no ha sido suficientemente estudiado hasta ahora por los investigadores, lo aborda aquí: la caza de brujas, que Walter Benjamin en una de sus crónicas radiofónicas denominó "la más terrible plaga de esta época, junto con la peste". El pensador alemán reconoce que en la Edad Media, en Europa, "de la misma forma como los niños creen en cuentos de hadas, así también las personas generalmente creían en brujas". Dice que los filósofos y los teólogos "eran capaces de presentar pruebas de la existencia de las brujas tan sin sentido, que hoy no cabrían ni en una redacción de alumno de secundaria".

En la Amazonía, los hechiceros eran indias e indios y la represión que sufrieron nos ayuda a entender el papel de las órdenes religiosas y su relación con los saberes producidos por las sociedades indígenas, que debían ser eliminados y prohibidos en la región. Marcio Souza trata de la Visita del Santo Ofício al Pará y del terrorismo cultural contra las prácticas medicinales locales. Fueron casi 500 personas directa o indirectamente castigadas por la Inquisición, entre ellas indios y negros acusados de curanderismo, víctimas de intriga, delación y de intolerancia, acusados de herejía y de idolatría. El autor que nos presenta algunos casos como el de la india Sabina y del indio Antonio, acusados de hechiceros, indaga cómo fue posible clasificar como bárbaras culturas que produjeron saberes y páginas literarias tan expresivas para la humanidad.

Para discutir la cuestión, retoma lo que ya había dicho en la Expressão Amazonense. "La Amazonía india es un anatema: un purgatorio donde culturas enteras se despedazan en el silencio y en el olvido. Y cuando esta entidad heroica y sufridora deje de existir, será necesario encontrar otro nombre para el valle: ya no tendremos más Amazonía".

Palabra suprimida

Las narrativas indígenas así como la resistencia contra el poder colonial continúan presentes en la tercera parte del libro, que no podría haber sido escrita sin el trabajo realizado por el grupo de Teatro Experimental del SESC de Amazonas que escenificó entre otras piezas A Maravilhosa História do Sapo Tarô-bequê, A Paixão de Ajuricaba, Dessana Dessana, Tem Piranha no Pirarucu, As Folias do Látex y muchas otras. "Si este mundo nuestro se acaba, seguramente va a aparecer uno nuevo para que los dioses se diviertan y para que el bicho hombre haga tonterías" - dice el personaje del pajé tukano, Raimundo Pimentel, en respuesta a la pregunta de sus netos sobre el fin del mundo.

La narrativa del kümu tukano está en la cuarta y última parte - A Modernização Autoritária - que trae reflexiones sobre la historia más reciente, en plena república, con la política de asimilación y de aniquilamiento de las culturas indígenas, la institucionalización del genocidio y la destrucción de la selva Las dificultades de entendimiento intercultural con el establecimiento de principios universales de moral, que fueron abordadas inicialmente cuando el autor discute la relación con el europeo en pleno Renacimiento, es retomada al final.

Amazônia Indígena explicita el desafío de la inserción de los indios en una cultura que se globaliza a partir de matrices dominantes, aborda críticamente el proceso histórico y las relaciones con los estados que vencieron a través de las armas, así como el impacto y las reflexiones de los sectores intelectualizados sobre la cuestión. El gigantismo de la naturaleza del tema, caudaloso como el río Amazonas, le confiere al libro una organización de hipertexto, es decir, su lectura no es simplemente lineal, tiene la complejidad de una red, en la medida en que se establecen relaciones entre informaciones remotas, estableciendo ligazones con momentos históricos diferentes y con campos de conocimiento diversos.

Aunque no sea un texto poético, stricto sensu, el escrito tiene un cierto tono épico. Su principal contribución tal vez resida en el desafío que le hace al lector al formular cuestionamientos y preguntas, incitándolo a hacer sus opciones, opciones estas que comprometen nuestro futuro como especie. Marcio Souza nos advierte aquí que "La Amazonía solamente estará libre cuando reconozcamos definitivamente que esa naturaleza es nuestra cultura, donde un árbol derrumbado es como una palabra suprimida y un río contaminado es como una página censurada".

P.S. - Doña América nos dejó, a los 92 años, la semana pasada, pero antes de despedirse tuvo tiempo de leer este texto que hace parte del prefacio de "Amazônia Indígena" y que la menciona. Era un homenaje a una amiga querida y sirvió como una despedida. A Márcio, Amecy y Deoclécio, sus hijos, nuestra solidaridad en este momento.

Por José Ribamar Bessa Freire
Fuente: Diário do Amazonas