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Una disputa de años entre Mendoza y La Pampa llegó ayer a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, con la participación de una delegación indígena que dio su palabra. ElOrejiverde estuvo allí

El Ombligo sagrado

El Río Atuel lleva en su nombre una connotación sagrada muy poco conocida a nivel general. Atuwull (Atuel) quiere decir “ombligo” en lengua tehuelche y no se trata de cualquier ombligo. De acuerdo con nuestras creencias el principio de Totalidad afirma que en todo territorio hay cuatro lados que se unen un punto (ombligo) y por allí cruza un plano transversal que conecta los diferentes planos del universo. Pues bien, este “ombligo sagrado” se encuentra cerca del límite de las actuales provincias de La Pampa y Mendoza que se disputan el uso compartido de las aguas del río Atuel. Justamente allí, a la vera del río y sus bañados es el asentamiento de la mayoría de las comunidades ranqueles.

La historia de la disputa por el agua del Atuel entre esas dos provincias es larga y tiene una dimensión histórica insoslayable. La Pampa demandó a Mendoza por el daño ambiental que el corte del escurrimiento de las aguas ha provocado en el oeste pampeano. Justamente allí donde viven los ranqueles. La demanda fue presentada en la Corte Suprema de Justicia de la Nación por ser una cuestión federal, en la que deberá dirimir la controversia por el daño ocasionado y el uso compartido de las aguas. Mendoza rechazó la demanda y solicitó la nulidad.

La Corte rechazó la presentación mendocina y dio curso a la demanda habilitando para ello una instancia de Audiencia Pública informativa y conciliatoria con la obligatoria participación de las partes. No sólo hizo eso, también habilitó una instancia participativa para organizaciones civiles como “amigos del tribunal”. Para participar del proceso se inscribieron un total de 32 organizaciones y la Corte aceptó 3 “amigos” para respaldar la posición de cada una de las partes; es decir, 6 y una más que bien puede considerarse neutral. En este marco los miembros del Consejo Provincial del Aborigen de La Pampa se presentaron como “amigos del tribunal” y fueron aceptados para participar de la audiencia que tuvo lugar en el día de ayer. Sí, justamente los ranqueles que junto a los pobladores del oeste pampeano son los principales afectados por la ausencia del agua.

La voz del lonko che Carlos Campú

La delegación indígena estuvo integrada por Carlos Campú, Pedro Coria, María Inés Canuhé, Oscar Huala y Nazareno Serraino y formó parte de una nutrida “embajada” pampeana encabezada por el gobernador Carlos Verna. El escenario fue por demás imponente, al interior de la sala de techos altos, decorados en sus paredes, con la presencia del Tribunal Supremo y gobernadores en representación de sus intereses. Allí, justamente allí, estaban ellos como salidos de otro tiempo y listos para hacer escuchar su voz.

En primer lugar habló Carlos Campú, “Gobernador Ranquel” en La Pampa. Saludó a los jueces, se presentó como Lonko Che de la Nación Rankulche y comenzó leyendo su discurso. A poco de comenzar, visiblemente nervioso e incómodo por una puesta en escena que nada tiene que ver con su realidad cotidiana, abandonó el papel que tenía entre sus manos. A continuación se quitó sus anteojos y con mucha dignidad dijo ante todos: “yo no tengo estudios, poco de lectura sé. Les voy a hablar de lo que yo sufrí y de haber vivido junto a mis familiares muy cerca y hasta a muchas veces yendo a buscar el agua al río Atuel. Agua dulce para los animales y hasta para el consumo nuestro, de las personas”.

“Teníamos muy buenas pasturas cuando corría el río, muy buenas pasturas para las chivas, para las ovejas que eran los animales que más se tenían. También para los caballos. Después empezó a notarse cada vez más la falta de agua. Yo escuchaba a nuestra gente comentar que no había humedad en el aire y que por eso no iba a llover. Porque la gran humedad que generaban los espejos de agua de los bañados eran las que producían las tormentas, según lo que ellos comentaban. Y esto no era por estudios, sino por su conocimiento natural”.

“Por eso vengo acá a exponer… un poco a contarles de lo que yo seguí viviendo. Fui creciendo y sigo viviendo en esa zona porque había que estar porque es nuestro lugar. Es nuestra tierra y es nuestra agua que Genechen (Dios) nos dio. ¿Por qué lo tienen que cortar al río?, ¿nada más porque hay técnicas de riego? Muy lindo… a mí me encanta la tecnología, pero para trabajarla bien, de forma ordenada y compartida”.

“Por eso yo me siento a veces mal, cómo puede ser que tantos hermanos ranqueles se tuvieron que ir. Se tuvieron que ir del lugar porque empezó a faltar el pasto y ya no podíamos tener ni 20 chivas. Los campos ya tenían menos pasto para el consumo de los animales. Los que tenían más animales podían quedarse con más hectáreas y así podían aguantar la falta de pasto. Nosotros no teníamos tampoco propiedad, que sería un documento (título). Nosotros estábamos porque Genechen nos dio esa tierra, desde que existieron nuestros ancestros, con todas sus lagunas y los ríos que tenía. Era más fácil vivir entonces. Después cuando vino el corte y el río se fue convirtiendo en un basurero en vez de ser un río con agua. Y nuestras casas en vez de ser hogares se convierten en taperas y en poco tiempo no queda nada porque son toldos de yuyos”.

“Nada más que estas pocas palabras quería comentarles. Nosotros queremos con nuestros hermanos ranqueles que el río vuelva a correr por su cauce. Para poder seguir y mejorar nuestra calidad de vida, eso que se habla tanto, el mejoramiento de la calidad de vida. ¿Por qué no podemos tener agua los ranqueles si también tenemos derecho? ¿Por qué no podemos tener agua dulce, agua buena? El río Atuel tenía un agua muy buena, muy tomable, estando bien crecido. La hervíamos un poco y tomábamos esa agua. Es así que lo único que les voy a pedir es que vuelva el río por su cauce natural como era cuando vivían nuestros ancestros, cuando hacía muchísimos años que ellos poblaban esa tierra y eran sus dueños. Yo creo que no hay derecho, no hay ningún derecho para que nosotros vivamos en un lugar que se ha ido deteriorando por la falta del río. Vuelvo a pedir que vuelva a correr el Atuel por su cauce natural, no tengo muchas palabras. Muchas gracias por habernos cedido este tiempo”.

Volver a tener calidad de vida, como los ancestros

A su turno Pedro Coria, presidente del Consejo Provincial de Lonkos de La Pampa, tomó la palabra para leer su discurso. Contó a todos los presentes las características del Consejo Lonkos y su función, al mismo tiempo que enumeró una serie de tratados históricos que reconocen a la Nación Ranquel. Relató el sufrimiento de los paisanos y demás pobladores del Oeste hasta que finalmente se introdujo en la cosmovisión. Equiparó a las personas con los demás elementos de la naturaleza, dejando en claro que la presencia del agua es esencial para la vida, pues la energía que pone a todo lo demás en movimiento.

“La falta de agua nos está obligando paulatinamente a migrar, insistimos, por segunda vez en nuestra historia. Efectivamente, hasta el año 1947 el Oeste pampeano era un lugar digno para vivir y para que continuáramos con nuestras tradiciones y transmitiendo nuestra cultura. Había fauna en cantidad: perdices, martinetas, ñandúes, liebres, vizcachas, piches; había también muchos peces y aves acuáticas y el verde campeaba por todas partes. Las chivas, las ovejas y los caballos eran todos gordos. Las chivas daban cabritos y abundaba la leche para nuestro consumo, fabricábamos quesillos en incluso podíamos comercializar el excedente en el pueblo. Pero cuando el pueblo ranquel comenzó a recuperarse después del genocidio de la conquista nos sacaron el agua”.

“La vida autosustentable no podía seguir, comenzamos a depender de la fauna que cada vez estaba más lejos, más escasa. Los estómagos de nuestras familias no nos daban tregua. No había trabajo ni había dinero. La leche era cada vez más escasa, más aguada. Las chivas y las ovejas se fueron muriendo de hambre ante la falta de pasto. Un millón de toneladas de pescado que se extraía de la laguna “La Dulce” cerca de Puelches se terminó; la flora y la fauna gravemente afectadas. El ecosistema y el medio ambiente heridos de muerte, al final, no quedó nada”.

“Mendoza tendrá que acceder a encontrar una solución. Los ranqueles y todos los pampeanos decimos: queremos que nuestro territorio vuelva a ser el que fue; por lo tanto, el agua debe volver. Porque ya no es aceptable en el actual milenio concebir que se disponga del río de forma unilateral y arbitraria, despojando a todo el pueblo de su derecho más elemental como es el agua. Pues la nación ranquel tiene derecho a usar y disfrutar el agua y a que se recomponga nuestro hábitat que ancestralmente detentamos y que hemos protegido, ya que ha sido el huinca quien ha destruido nuestro medio ambiente”.

“Ningún Estado debe gestionar el uso y aprovechamiento del agua si no es coordinado y armónico y sin considerar el carácter social que el agua como derecho humano tiene. El uso y abuso del agua que se dispuso de manera inconsulta entre Nación y Mendoza, fue un manejo arbitrario que diezmó nuestra comunidad, dañando severamente no sólo a nuestra Ñuke Mapu y a nuestros peñis, sino que asestó el terrible golpe que obligaría finalmente a nuestra gente a la desintegración social y cultural. Así se fue perdiendo el Nguillatún, el Choique Purrun, la Chueca y nuestra lengua el Che Dungún. El corte del río no sólo convirtió en un páramo a la tierra que habitamos, nuestra madre, sino que también mató de sed a nuestros hermanos animales. Ha sido una violación a la vida de nuestra gente, destruyó y sigue aún destruyendo nuestra biodiversidad”.

“Para cerrar, si esta Corte Suprema reconoce el planteo de la provincia de La Pampa, de la cual formamos parte como pueblo originario preexistente, al verse mejorado el ecosistema y con ello la tierra se avizorará la mejor calidad de vida de nuestro pueblo. Pues a través de ello se estaría restituyendo nuestro derecho a vivir en un ambiente sano y devolver a nuestra Madre tierra lo que le han quitado, que es el río y el agua por el cual corría naturalmente. Hoy día, acceder al derecho humano del agua representa para nuestro pueblo poder reorganizarnos a través de nuestra cosmovisión, plenamente en contacto y constante cuidado de nuestra Ñuke Mapu”.

“Por el contrario, si esta Corte nos niega ese derecho, cuya recomposición es intentada mediante la acción implementada por la provincia de La Pampa, el pueblo nación rankulche seguirá inmerso en un desastre ecológico que afectó a las generaciones pasadas, padecen las presentes y sufrirán las futuras. Corriendo un serio riesgo de que todo un pueblo indígena desaparezca para que productores desaprensivos que malgastan el agua sigan enriqueciendo sus bolsillos”.

Lo que viene

Los paisanos ranqueles no fueron los únicos oradores de la jornada. Sus discursos pronunciados a viva voz a veces leyendo y otras veces recurriendo simplemente al uso de la palabra para transmitir un pensamiento que baja directo desde la consciencia y sale por la boca fueron piezas extraordinarias. Los demás oradores, aunque no todos, expresaron posiciones y argumentos que dejaron expuestas posturas mezquinas y que los jueces, con sus preguntas, se encargaron de dejar en evidencia.

El extraordinario (por lo poco común) del proceso de jurídico de esta demanda tendrá sin dudas nuevos capítulos. Se espera en los próximos días un resolución de la Corte, que tomará los argumentos de esta audiencia, para ordenar las ideas y empezar a definir un camino claro para dirimir la disputa por las aguas del Atuel. Lo importante del proceso es que incluye la participación de las comunidades ranqueles que estuvieron allí, justo allí para expresar y defender sus valores.

Por Daniel Pincén
Fecha: 15/6/2017

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