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Cada cierto tiempo, los últimos hombres libres indígenas en aislamiento voluntario son noticia. Ahora se trata de los kawahiva, nómades del norte del Mato Grosso

En la edición del pasado 11 de agosto, publicamos en ElOrejiverde una noticia sobre los riesgos que estaban corriendo los mashco-piros en la selva peruana. Deciamos en esa nota que “según las últimas estimaciones, cerca de doscientos pueblos indígenas, en un número de diez mil personas, viven actualmente en aislamiento voluntario, sin contacto alguno con el resto del mundo, en sus territorios originarios de la Amazonia y el Gran Chaco, en Sudamérica”.

Pués bién, los que son noticia ahora son los kawahiva, un pequeño grupo de indígenas pertenecientes a la macro etnia tupi-guaraní, muy presionados en sus ya menguados territorios, especialmente. por empresarios de la madera.

Coincidiendo con el 12 de Octubre, la organización Survival International ha lanzado una campaña para tratar de salvar el hábitat selvático de los últimos miembros de esta, una de las comunidades más vulnerables del mundo, cazadores-recolectores que prácticamente no han tenido contacto con la “civilización”.

La selva amazónica es la que más poblaciones indígenas no contactadas alberga en el planeta con 77 grupos tribales, según los datos de la Fundación Nacional del Indio (FUNAI, Brasil), el organismo gubernamental para los asuntos indígenas.

Los kawahiva resisten desde hace décadas la amenaza de la deforestación ilegal por parte de las compañías madereras de Colniza en el estado de Mato Grosso (Brasil) muy cerca del Rio Pardo. El hábitat de esta tribu sufre las tasas de deforestación ilegal más altas de la Amazonia brasileña ya que, según sus datos, el 90% de los ingresos del municipio de Colniza proviene de la tala. La FUNAI estimaba en 2011 que el último grupo de kawahiva estaba compuesto por cerca de 50 personas que no tienen contacto amigable con foráneos porque el avance de las madereras ha hecho que el grupo se haya ido dividiendo gradualmente.

Según Survival “es probable que muchos fueran asesinados por intrusos que roban sus tierras y recursos o perecieran a causa de enfermedades como la gripe o el sarampión frente a las que no tienen inmunidad”.

Poco se sabe de este grupo humano no contactado salvo por el rastro que se encuentra de ellos en su huida a través de la selva. Los antiguos claros en la vegetación sugieren que hace varias generaciones probablemente tuvieran asentamientos estables donde cultivaban maíz y yuca, llevando una vida más sedentaria. El último huerto en su territorio fue encontrado hace más de 30 años, en las obras para construir una nueva carretera en la región y según los investigadores, desde entonces los kawahiva han establecido una vida nómada levantando pequeños campamentos temporales.

La FUNAI ha encontrado en la zona del Rio Pardo campamentos abandonados repentinamente donde estos originarios abandonaron en su huida arcos, flechas y restos de comida que indican que cazan pecaríes, monos y aves, y pescan en los riachuelos de sus tierras. Recolectan frutas, nueces y bayas de la selva, y construyen complejas escaleras en los árboles para recolectar miel de las colmenas. Es probable que tengan animales domesticos, ya que se han encontrado entre otros vestigios plumas y pequeñas jaulas para loros. Rodeando los campamentos, hay vallas construidas con ramas de palmera, descubrimiento que se considera inusual y que podría utilizarse para mantener alejados a los animales de la selva o evitar ataques de foráneos.

La existencia de esta pequeña comunidad y su actividad cazadora recolectora permite que el hábitat se conserve en buen estado en una selva considerada el pulmón del planeta. Frenar la tala ilegal en la región se hace necesario para mantener con vida a este grupo humano en cuyo territorio se ha detectado tala ilegal a tan solo 70 metros de los campamentos abandonados.

“El drama de esta comunidad” –afirma Survival- “es tan grave que, en 2005, un fiscal inició la primera investigación llevada a cabo en Brasil sobre el genocidio de un pueblo indígena aislado”. Según la ONG, “29 personas sospechosas de estar involucradas en el asesinato de kawahiva, entre ellas un exgobernador estatal y un jefe de la policía, fueron arrestadas, pero posteriormente puestas en libertad” agregando que ahora el caso sigue paralizado por falta de pruebas.

Tras 17 años de investigaciones, en 2011 la FUNAI difundió un vídeo inédito en el que se mostraban imágenes de un encuentro casual con los últimos miembros de la tribu para demostrar su existencia, negada por las compañías madereras, y argumentar la necesidad de proteger el territorio.

En un último intento por salvarles, este año, coincidiendo con el 12 de Octubre, Survival ha lanzado una campaña urgente de firmas para que el Ministro de Justicia de Brasil firme un decreto que proteja el área de Río Pardo. La organización explica que entre 2000 y 2011 se destruyeron 4.319 hectáreas de selva aunque señalan que según la Constitución de ese país, la tierra de los kawahiva debería haber sido demarcada y protegida como un territorio indígena para el año 1993.

“Si la opinión pública no puede persuadir al Ministro de Justicia para actuar, y rápido, los kawahiva serán aniquilados, y tendrá que dar testimonio de la extinción de otro pueblo indígena más”, afirma Stephen Corry, director de Survival. “No se puede tolerar que esto suceda. La continuidad de su supervivencia nos enriquece a todos. No solo porque representan una interpretación única de lo que significa ser humano, sino porque defender sus derechos territoriales conlleva también la protección del futuro de la Amazonia. Si podemos proteger la selva por ellos, ellos protegerán la naturaleza, por todos nosotros”.

ElOrejiverde, en su nota del 11 de agosto ya mencionada decía que la noticia de los mashco-piro reabría un debate filosófico que ingresa de lleno en las fronteras de la condición humana, al tratarse de grupos que por un lado han decidido vivir en aislamiento voluntario y por el otro por las continuas presiones y agresiones a las que se ven expuestos cotidianamente por parte de las empresas y los distintos “grupos de choque” que intentan despojar de sus territorios a los indígenas.

Decíamos también en esa nota que Survival sostiene que “los derechos territoriales son la clave para evitar que pueblos indígenas amazónicos sean aniquilados: todos los pueblos indígenas aislados se enfrentan a una catástrofe a menos que su tierra sea protegida” y que este tipo de posiciones parece ser la más generalizada en los últimos encuentros internacionales sobre la materia. Incluso las más recientes producciones bibliográficas parecen confirmar estas tendencias.

Una vez más las palabras de Sydney Possuelo, el famoso activista por la protección de los territorios indígenas vienen en nuestra ayuda: “se trata de saber adonde están, adonde viven, pero no para contactarlos, sino para protegerlos. Ellos tienen todo el derecho de no querer nada de nosotros” Por lo pronto, suponemos que los kawahiva le agradecerían estas palabras.

Fuentes: Survival / www.elpais.com / pib.socioambiental.org / ElOrejiverde
Fecha: 19/10/2015

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