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La geografía del valle del Cuñá Pirú, verde nido de biodiversidad, es también la tierra y el agua de los guaraníes, aquí tiene lugar una experiencia turística cultural y sustentable que motoriza el desarrollo de las familias de la comunidad indígena, Yvytu Porá, en la provincia de Misiones

La comunidad, Yvytu Porá desde 2016 invita a abrir los sentidos a las escenas de la cotidianeidad del pueblo originario, su pasado y presente y su cosmovisión en perfecta armonía y respeto con el entorno.

Sus impulsores, la cacica Juanita González y el segundo jefe Domingo Ramos, con el apoyo de toda la comunidad, han logrado generar empleo digno y sistematizar una economía menos extractiva del monte. También el emprendimiento ha reportado mejoras en los servicios como luz, agua de pozo perforado, conexión de internet, también más acceso a la salud y educación. Otro puntal, es el rescate y revalorización de la cultura y el ser mbya, mediante el relato oral, las técnicas de artesanías, las recetas, la danza, la música y la cosmovisión.

Este proyecto, que nació de una necesidad y con una idea sencilla, fue el que llevó a Domingo Ramos hasta Puebla, México, al primer encuentro Terra Madre Indígena, durante los días 21 al 24 de febrero. El encuentro fue organizado por las mujeres y jóvenes nahuas que componen la organización global Slow Food, fundada para prevenir la desaparición de culturas y tradiciones alimentarias locales.

Acerca del crecimiento del proyecto eco-turístico y su posicionamiento más allá de las fronteras de Misiones, Ramos señaló: “Fue un encuentro muy rico, a mí me tocó, como representante de las culturas originarias de nuestro país, exponer nuestro proyecto; había gente de muchas partes del mundo, personas de pueblos indígenas y de sociedades blancas pero que tienen la inquietud de rescatar un modo de vida y producción amigable con el planeta”, indicó.

Yvytu Porá se traduce como “lindos vientos”, y con esta premisa se levantó la comunidad que venía migrando en busca de tierras fecundas. “Somos una comunidad joven de unos ocho años en el Cuñá Pirú, desde siempre nuestra líder Juanita tuvo esta visión de formar un grupo unido, con ganas de salir adelante y revalorizar el ser guaraní. Ñamandú por suerte estuvo de nuestro lado y nos ayudó a hacer realidad este sueño”.

Explicó que, si bien hoy el emprendimiento del sendero y la cocina mbya tiene el apoyo de varias instituciones a nivel local y también el reconocimiento de chefs de Slow Food Argentina, “nos duele y nos preocupa la situación de nuestro pueblo, de quienes están durmiendo en una plaza en Posadas. Los guaraníes no tenemos mucha oportunidad de empleo. Por eso desarrollamos nosotros el empleo para los jóvenes, para las mujeres. Hay que gestionar mucho, hay que salir, hacer frente a cosas, dar nuestros argumentos, así de a poquito se va creciendo”.

El sendero de Yvytu ingresó a la red Slow Food de la mano de cocineros misioneros y del país que visitaron la aldea y que ayudaron a Ramos a inscribirse a una beca para estar presente en Puebla y para la que fue seleccionado entre cientos de postulantes. “Nosotros nos sentíamos solos con esta idea del sendero, a veces nos sentimos todavía solos, pero estar allá, compartir con personas de etnias diferentes, que también contaron que se sentían solos y cómo superaron eso me fortaleció y ahora quiero transmitir lo aprendido”.

Y resaltó: “Los indígenas vivimos en armonía con la naturaleza, y encontramos una alternativa de trabajo en armonía con la naturaleza y que nos visibiliza. En nuestra comunidad tenemos la ayuda de la Facultad de Ciencias Forestales que nos ayuda a cultivar orquídeas, de esa forma no se saca del monte, también tenemos la colaboración de las municipalidades de Aristóbulo y Jardín América que promocionan nuestro emprendimiento”.

El sendero

La propuesta es un paseo guiado por un sendero interpretativo al interior del monte. El trayecto de unos 40 minutos inicia en el opy, que es el lugar sagrado. También se pueden conocer las plantas medicinales, las ñau koty y monde, que son unas trampas para cazar pequeños animales silvestres como tatú mulita y que se construyen con caña o la raíz del güembé. El recorrido finaliza en círculo, en la casa del visitante, una posta en que se sirven platos elaborados a base de mandioca, batata, miel y maíz, que son la base de la gastronomía mbya.

Para continuar por la huella del desarrollo integral, del 26 al 29 de marzo la comunidad será anfitriona junto con Aristóbulo de la tercera asamblea anual de Slow Food Argentina. Algunos de los ejes serán el ecoturismo, la alimentación tradicional, sana y justa, acciones para frenar el cambio climático, economía comunitaria, rol de las mujeres.

Por Silvia Godoy
Foto: Natalia Guerrero
Fuente: https://www.elterritorio.com.ar/es-trabajo-en-armonia-con-la-selva-y-que-nos-visibiliza-60906-et
Fecha: 2/3/2020

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