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Los yacimientos arqueológicos encontrados recientemente en el Cesar, Colombia, revisten una enorme sacralidad y están espiritualmente asociados al pueblo Ette Ennaka contemporáneo.

Hemos tomado conocimiento que alrededor de la Sierra Nevada de Santa Marta, en el proceso de construcción de varios tramos de la Ruta del Sol Sector, han sido hallados varios yacimientos arqueológicos que contienen restos óseos y fragmentos de diversos artefactos líticos y cerámicos, los cuales para las comunidades del pueblo Ette Ennaka que vivimos en la región, revisten una enorme significación, en principio, por las siguientes tres razones: en primer lugar, porque constituyen un testimonio material que evidencia nuestra temprana y larga ocupación de este territorio; en segundo lugar, porque pone de presente que, más allá de la abrupta disrupción ocasionada por la invasión española, y desde una perspectiva de larga duración, se advierte un continuum entre los grupos que constituían el complejo cultural denominado Chimila y nosotros los Ette Ennaka contemporáneos; y, en tercer lugar, porque esos yacimientos arqueológicos, al contener material que informa de nuestros ancestros y antepasados, entrañan una connotación sagrada que nos está interpelando sobre nuestro devenir.

Nuestra preocupación por estos yacimientos arqueológicos no es un mero capricho y, contrariamente, nos asisten una gran variedad de argumentos:

i) En una inspección subrepticia que algunas autoridades Ette Ennaka realizaron a uno de estos lugares —la cual fue realizada de este modo por cuanto se nos prohibió el ingreso—, se observó que la manera como estaban dispuestos los restos humanos y los artefactos de origen marino (conchas y caracoles) que los acompañaban, guardaban enormes semejanzas con las prácticas funerarias y funebrias que todavía utilizaban los Ette Ennaka en el tránsito de los siglos XIX a XX.

ii) En nuestra memoria colectiva, que ha logrado sobrevivir a las numerosas tragedias por las que nuestro pueblo ha atravesado o tal vez por ello mismo, están identificados con meridiana precisión los lugares que cuentan con una inconmensurable significación sagrada y simbólica, entre los que se encuentran algunos cementerios, cuya ubicación justamente coincide con los yacimientos arqueológicos.

(iii) El conocimiento sobre la localización de estos lugares sagrados y la necesidad de su reactivación y preservación, tal vez fue una de las razones más importantes que definieron el lugar de destino de las familias Ette Ennaka que por diversas circunstancias se vieron impelidas abandonar nuestro epicentro en San Ángel (Magdalena), proceso que se inició con mayor fuerza a mediados de la década de los años cuarenta del pasado siglo.

(iv) De un tiempo para acá, nuestros hombres y mujeres de conocimiento, expertos en el arte de la orinomancia, de manera reiterada y cada vez más frecuente han venido teniendo sueños en los que se recrean pasajes de encuentros y diálogos con los ancestros y antepasados, como queriendo darnos un mensaje.

El pueblo Ette Ennaka habita en los departamentos del Magdalena y del Cesar. Más allá de la actual diáspora dispersa por la que atravesamos, derivada de los diferentes ciclos de violencia que a lo largo de los siglos hemos soportado, estamos organizados bajo una sola estructura de gobierno propio, dentro de la cual cada comunidad mantiene su autonomía.

En el siglo XVIII, nuestro territorio tradicional abarcaba una extensa superficie situada entre el complejo cenagoso de la Zapatosa, las riberas de los ríos Ariguaní, Cesar y Magdalena y el macizo montañoso conocido como la Sierra Nevada de Santa Marta.

En la práctica, de ese inmenso territorio tradicional, ya nada nos queda. Infortunadamente hoy por hoy nos encontramos confinados en unos minúsculos resguardos situados en el departamento del Magdalena, en unos pequeños asentamientos rurales territorios del Magdalena y Cesar, sobre cuyas tierras no tenemos ninguna seguridad jurídica, y dispersos en contextos urbanos, sin viviendas propias, en varios lugares de estos dos departamentos.

Específicamente en el departamento del Cesar, en unas condiciones sumamente precarizadas y de extrema vulnerabilidad, se ubican tres comunidades: (i) IttiTakke, en el corregimiento Chimila de El Copey, (ii) Diwana, en los corregimientos de Maríangola y Aguasblancas de Valledupar y (iii) NittakeYangriri, en la periferia de la cabecera municipal de Chimichagua.

Pese a nuestra larga historia de resistencia que nos enfrentó a una larga cadena de enemigos que comenzó con los advenedizos invasores españoles, continuó con geófagos latifundistas y empresarios rurales, siguió con busca-fortunas de todo tipo, se profundizó con los paramilitares y persiste actualmente a través de los proyectos de desarrollo y el extractivismo, el Ette Ennaka es el pueblo indígena más invisibilizado e ignorado del departamento del Cesar, hasta el punto que se desconoce de plano que es un habitante ancestral de la Sierra Nevada de Santa Marta.

Como expresión palpable de la invisibilización de nuestras comunidades, el pueblo Ette Ennaka no fue incluido a lo largo del proceso de Consulta Previa, Libre e Informada que, a raíz de la intervención en el territorio de Yuma Concesionaria, el Estado colombiano llevó a cabo.

En mérito de lo anteriormente señalado, las comunidades del pueblo Ette Ennaka del Cesar, demandamos de la institucionalidad pública concernida y de la empresa Yuma Concesionaria, lo siguiente:

1. Que el equipo técnico y científico de profesionales de la arqueología y la antropología que actualmente llevan a cabo las intervenciones en los yacimientos arqueológicos, a través de unos talleres que posibiliten un diálogo e intercambio de saberes, nos brinden una explicación clara y precisa sobre lo que están haciendo, sobre los hallazgos que hasta la fecha han realizado y sobre las proyecciones acerca del material que ha sido encontrado.

2. Que se propicien las condiciones idóneas para que, en los lugares identificados por nuestras comunidades como vestigios de cementerios antiguos, nuestros hombres y mujeres de conocimiento y nuestros kraanti, puedan llevar a cabo sin obstáculos y durante el tiempo que estimen suficiente, los rituales y ceremonias de armonización y de limpieza que, según nuestra cosmovisión, deben hacerse para evitar que los espíritus de nuestros ancestros sean molestados.

3. Si bien comprendemos que todo el material hallado deba ser trasladado a Bogotá, D.C., para que allí le realicen con mayor profundidad estudios técnicos —como por ejemplo el de la datación—, y sea adecuadamente identificado y clasificado, demandamos que, con una participación adecuada de nuestras autoridades tradicionales, en la región donde habitamos las comunidades Ette Ennaka se habilite, con las piezas encontradas, un lugar de memoria o un museo, para que las actuales generaciones tengan una comprensión sobre la larga historia de resistencia de nuestro pueblo y sus contribuciones a la región.

4. Que en todos y cada uno de los procesos de investigación e intervención arqueológica que están teniendo lugar, se tenga en cuenta que los yacimientos—algunos de ellos hallados en lugares donde nuestra memoria colectiva señala que hay cementerios antiguos de nuestros antepasados—fueron encontrados en un territorio que antiguamente poseían los grupos que le dieron forma a lo que se denominó como complejo cultural Chimila, del cual los Ette Ennaka contemporáneos somos sus descendientes y supervivientes.

Por Territorio tradicional del pueblo Ette Ennaka, Cesar
Territorio tradicional del pueblo Ette Ennaka, Cesar, 14 de agosto de 2021
Comunidad de Diwana. Comunidad de IttiTakke. Comunidad de NittakeYangriri.
Fecha: 25/8/2021

El Orejiverde agradece la gentileza de Juan Carlos Gamboa Martínez por compartir este documento.

Nota: El pueblo Ette Ennaka, ancestrales habitantes de la región del Magdalena fueron conocidos también como “Chimilas” en lo que se denominó la “Gran Nación Chimila”. Según fuentes historiográficas, abarcaba desde el río Frío y las estribaciones noroccidentales de la Sierra Nevada de Santa Marta hasta las inmediaciones de Mompox y la Ciénaga de Zapatosa, incluyendo algunas zonas de los ríos Magdalena, Cesar y Ariguaní.

Referencias consultadas:
Pueblos indígenas de Colombia
https://www.onic.org.co/pueblos

Plan de salvaguarda Pueblo Ette Ennaka: diagnóstico y líneas de acción para su ejecución
https://siic.mininterior.gov.co/sites/default/files/pueblo_ette_ennaka_-_diagnostico_comunitario.pdf

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