A cuatro años del viaje hacia el otro lado de Carlos Martínez Sarasola, todo el equipo de El Orejiverde lo recuerda. Carlos Martínez Sarasola: un soñador, un puente entremundos, un luchador incansable del buen vivir, un justo defensor de los pueblos originarios.

Un ser que en todas sus facetas privilegió siempre el contacto humano más que el vínculo profesional y desde allí recuperó saberes ancestrales, mientras construía conocimientos y amistades, miradas y compromisos.

En una de sus entrevistas Carlos decía: “en los últimos años el tipo de antropología que hago tiene que ver con una tarea en donde el acercamiento humano sea algo fundamental, me parece que esto es muy importante, establecer relaciones de horizontalidad, relaciones de amistad, de conexión con el otro, para poder construir juntos, esto es una tarea que no es fácil, pero sí fundamental para mí”

Los representantes de los pueblos originarios perdieron una voz pacífica que lograba tender puentes allí donde otros pusieron muros, y es responsabilidad de quienes estuvimos cerca de sus andares, intentar hacer bien nuestro trabajo para honrar esa memoria, de algún modo es dar un sentido a las ideas, en esta especie de crepúsculo que buena parte de la sociedad está transitando.

Escribir estas palabras apenas alcanza, para tener presente un silencio poblado de criterios que fueron forjados por el estudio de una problemática, desavenencias que nuestro país atravesó desde el origen mismo de su historia, y que Carlos supo describir, otorgando visibilidad a las matrices culturales que formaron parte de nuestra identidad como pueblo.

En El Orejiverde tenemos una práctica, que suele ser cíclica, consiste en difundir las ideas de su fundador, y lo hacemos no solo para no olvidar, sino para que todos sepan el porqué de tantas luchas a lo largo de los siglos, el valor que aún tiene la memoria, que nos permite saber, a través de sus palabras, de dónde venimos y hacia dónde queremos ir.

Muchas veces Carlos narraba el mito de destrucción y renovación que es el fin del mundo o la muerte desde la cosmovisión de muchas etnias. Esa mitología es esperanzadora: nos dice que todo lo que muere renace. Seguramente, desde esa otra dimensión que buscaba comprender -y que ahora lo cobija- ya se está renovando, inspirándonos para “persistir en la tarea, sin bajar los brazos” y reforzar esos valores humanos que encarnó y que tanto necesitamos consolidar “a pesar de todos los obstáculos”.

Sabemos que estas en el aire junto al viento, bailando con los caciques.

Por El Orejiverde
Imagen: Presentación de “La Argentina de los caciques”, San Carlos de Bariloche, 2012. Archivo C.M.S
Fecha: 29/05/2022
CARLOS MARTINEZ SARASOLA - COSMOVISIÓN Y ESPIRITUALIDAD EN EL MUNDO INDÍGENA: