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La búsqueda de las raíces musicales de un artista excepcional reforzada por el encuentro con los sonidos de los pueblos originarios de Abya Yala

El Ciclo de Artes de la Licenciatura en Música Autóctona, Clásica y Popular de América de la Universidad Nacional de Tres de Febrero recibió la visita de una leyenda viviente, una de las más grandes figuras de la música clásica a nivel mundial, el Maestro Leo Brouwer, guitarrista, compositor y director de orquesta cubano (y maestro, entre otros, de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés)

El siguiente es un fragmento de la Charla Abierta de 2 horas con el Maestro Alejandro Iglesias Rossi, director de la Licenciatura y de la Orquesta de Instrumentos Autóctonos y Nuevas Tecnologías, en donde Leo Brouwer relató frente al público, su encuentro con las tradiciones afrocubanas que influenciarían su música y su vida:

Todo empezó en la infancia

“Cuando tenía 8 años me enamoré perdidamente de una muchacha de 16, eso no es candidez es admiración por la belleza, tenía un deslumbramiento. Pero como no podía acercarme a ella averigüé cuándo podía verla y me enteré que pasaba a las 4 de la tarde cuando iba a realizar sus estudios religiosos en una iglesia pequeña, y me metí a hacer catecismo a esa misma hora. Salí casi levitando de todo lo que estudié pero siempre viéndola pasar como un ángel. Me tocó hacer la primera comunión, me compraron un trajecito blanco y en camino a la iglesia en una esquina durante un partido de béisbol el equipo contrario lanza un tremendo “home run”, y yo blasfemo… ¡pecado mortal!, ¡no podía tomar la primera comunión!¡voy al infierno!, estoy hablando en serio, 8 años, enamorado de lo imposible pero yo no lo sabía”.

“Me voy y me confieso al día siguiente, el cura apresurado me pedía que le diga mi confesión, se la digo y prefiero no decirles lo que vi reflejado en sus ojos, pero algo como así como “que pedazo de….” Moraleja, salí como un zombi, me olvidé de la novia maravillosa utópica, tomé un pedazo de pan, una hostia, los españoles le llaman hostia a un buen sopapo, así que el cura me dio la hostia española primero”.

Dialogando con los tambores

“Al día siguiente me fui para olvidar las penas a un concierto sinfónico con mi trajecito blanco, llegué a la esquina del gran Teatro y oí un toque de tambores, me fui enfrente de aquel pequeño espacio, a oír esos tambores que me hicieron vibrar, como cuando tenía 5 años me metía debajo del piano de mi abuela a oír las vibraciones de la caja de ese piano, y eso era música para mí, especialísima. Oí los tambores, sale una negra vestida toda de blanco como yo, me veo reflejado (aunque un poco menos abundante) y me dice, “Pasa hermano”, y yo pasé, oigo los tambores y cuando llego a la sala llena de feligreses de las religiones Yoruba africanas, me ofrecieron una jícara y yo me la tomé, era aguardiente con agua de coco, después de quitarme las lágrimas casi me quito el saco por el calor y me fui directo al patio donde estaban los tambores ¡ahí empezó mi amor por la música, profundo, dialogué con los tambores con la vista!”

“Empezaron a tocar fuerte y dijeron ellos: ¡Si ahora sí, ahora si baja el Santo!, y bajó el Santo, un viejo como de 400 años con un bastón largo que después me entero que representaba a Babalú Ayé que en el sincretismo religioso es San Lázaro, con sus muletas. Yo aterrado, me ofreció caramelos, saluda a todos, a mi igual, y me bendijo con los caramelos y me hizo su ahijado ¡soy ahijado de Babalú Ayé!”

Entonces, mis pesquisas por las raíces en mi música comenzaron a los 8 años. Ese es mi principio, no puedo decir más, porque las músicas populares que son deliciosas para moverse y para bailar me gustan, pero no son esas raíces y en cambio estas sí lo son. Y así fue que luego tuve mucho contacto con las religiones africanas que me llenaron de inquietudes de todas las culturas universales, y cuando tuve la visita de la Orquesta de Instrumentos Autóctonos y Nuevas Tecnologías, este extraordinario grupo de músicos y sus descubrimientos, su restauración de culturas precolombinas y su asimilación con la más absoluta contemporaneidad en Arte, en Música y en Danza, volví a tomar fuerza como cuando llegué a aquella casa con 8 años.”

Por Andrés Eduardo Fortunato
Fecha: 24/9/2017

*Profesor de la Licenciatura en Música Autóctona, Clásica y Popular de América fundada por Alejandro Iglesias Rossi en la UNTREF. Desde mediados de la década pasada es Investigador, Luthier de Instrumentos Precolombinos y Músico de la Orquesta de Instrumentos Autóctonos y Nuevas Tecnologías

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