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Según nuestra experiencia consideramos que las y los indígenas académicos estamos enfrentados a una disyuntiva que cambiará para siempre nuestros mundos

Nos propusimos escribir sobre nuestro trabajo desde múltiples perspectivas, como mujeres, como indígenas y desde una cultura en resistencia del cual somos parte; ello implica hablar con un yo interior de origen comunitario, sin olvidar lo que somos ni de dónde venimos, orgullosamente mapuche, quienes para ser escuchadas hemos tenido que romper el discursos colonial y patriarcal que invisibiliza a las mujeres en general y doblemente a la mujer indígena.

Lo común entre nosotras además de ser profesoras de la Universidad de Santiago es la experiencia de fortalecimiento identitario obtenida en la práctica de la cultura mapuche e indígena, de modo que nuestro aporte al conocimiento pasa por el nivel de vínculo comunitario y la oportunidad de profundizar en la cultura ancestral, sea en los juegos, en la lengua, en el canto, y en la cultura en general.

También en el diálogo con la comunidad adoptiva, que es el espacio intercultural que generamos en nuestras clases con alumnos de otros orígenes, pero que se acercan a nosotras con respeto a nuestra cultura y pueblo. La experiencia nos dice que mientras más acercamiento a las raíces, más saberes, más especificidad, y mayor calidad de conocimiento aportamos a nuestro pueblo; para que ello sea así, la condición básica exigida es el respeto a nuestra cultura y a nosotras mismas.

Podemos decir que hemos abierto puertas y se nos ha escuchado en más de alguna oportunidad, a nivel internacional, nacional y comunitario; sin embargo, la participación de la mujer indígena y su contribución en la producción del conocimiento es muy débil; hay una brecha enorme entre mujeres indígenas y no indígenas en ámbito académico, y también brecha de género entre nuestro propio pueblo.

Sobran dedos de la mano para contar las académicas indígenas en Chile, y son todavía menos las dedicadas a profundizar en el campo del conocimiento propio del mundo indígena, en la medicina, en la astronomía, las humanidades y en otros ámbitos. Las razones porque ocurre esto son de carácter histórico: la mujer indígena que ha salido de su comunidad ha ocupado los empleos socialmente memorizados, como empleadas domésticas, secretarias, a lo mucho profesoras como nosotras.

Entre nuestras actividades y en el tema de lenguas indígenas destacamos la participación de una de nosotras en la mesa de trabajo de expertos indígenas del Foro Permanente Indígena, en ONU, en enero del 2016, junto a otros expertos indígenas de diferentes latitudes (Rusia, Oceanía, Norte América, África, y Sud América).

Cada uno informó sobre el estado de las lenguas y de las acciones que se llevan a cabo para evitar su extinción, identificando aquellas experiencias exitosas de revitalización lingüística como es el caso del hawaiano en Hawái, el maorí en Nueva Zelandia. En la intervención se expuso ampliamente la necesidad del reconocimiento de los Derechos Lingüísticos indígenas y del uso público y multifuncional de las lenguas, porque son las demandas emanadas de tres congresos de lenguas indígenas en Chile, apoyados por nuestra universidad.

Consideramos que hace falta pensarnos desde la academia, porque es el espacio que hemos elegido para hacer florecer nuestras ideas y porque creemos que la universidad es el espacio donde se genera parte del conocimiento y donde esperamos que la cultura mapuche pueda también hacer su aporte para la mantención de una sociedad pluralista, diversa y respetuosa de los derechos de los pueblos.

Otro ámbito desarrollado es el aukantun kimvn (conocimiento de los juegos). La sociedad mapuche compleja, diversa y de gran riqueza cultural también desarrolló ideas y conceptos que dan cuenta que, a través del juego pu pichikeche (los niños y niñas) entienden su dimensión cultural y reconocen sus potencialidades corporales, intelectuales, emocionales y espirituales.

En esta área de trabajo el aporte académico tiene por objetivo revitalizar y mixturar el conocimiento de las lúdicas en los territorios a partir de la investigación: identificando los contextos actuales, los desafíos de la comprensión de los juegos y las opiniones que emergen de quienes los practican.

Esta experiencia ha podido ser compartida en varios países, destacando la participación en el Primer Mundial de Juegos de los Pueblos Indígenas, en octubre de 2015 en Brasil. En el evento hubo espacio para las mujeres indígenas a través del Foro Femenino que instaló los temas de discriminación, violencia y participación de la mujer en la sociedad actual, los cuales no distan de las propias problemáticas que tenemos por estos lados.

Sin embargo, nos dimos cuenta que tenemos pendiente aún como mujeres mapuche el empoderamiento de lo corporal desde las potencialidades lúdicas de nuestros propios conocimientos. Quisiéramos reforzar esta idea contando que cada uno de los pueblos indígenas de Brasil y otros países tuvo participación femenina en el Mundial.

Realizaron pruebas como cargar tronco, cabo de fuerza, natación, carrera simple, carrera en arena, hasta el fútbol era practicado sin problemas, más aún, varios pueblos mostraron sus juegos típicos en los que las mujeres y hombres participaban en conjunto, otros en los que participaban solamente mujeres, demostrando con ellos su inteligencia y astucia corporal, realmente mujeres indígenas potentes. Es necesario que como mujeres indígenas nos empoderemos sin temor, a las herencias culturales de lo corporal que han colonizado nuestro cuerpo.

Según nuestra experiencia consideramos que las y los indígenas académicos estamos enfrentados a una disyuntiva que cambiará para siempre nuestros mundos: o dejamos que la cultura dominante acabe con la nuestra, con nuestra lengua y conocimientos, o nos transformamos en ser los primeros en profundizar nuestra cultura, en aprender la lengua, escribirla y desarrollarla; practicar nuestros propios juegos, fomentando con ello el orgullo de ser sujetos de nuestra historia y que generosamente heredamos cultura ancestral y lengua originaria a las nuevas generaciones.

Por Carolina Poblete y Elisa Loncon
académicas de la Universidad de Santiago
Fuente http://blog.lanacion.cl
Fecha: 10/3/2016

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