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Según Jorge Gómez Rendón los procesos de revitalización lingüística y cultural más exitosos, no nacen desde arriba, sino desde las comunidades, que son las que tienen sus propios proyectos

Cada vez que hay un encuentro indígena los líderes de las 14 nacionalidades del Ecuador dan un discurso en su idioma. Pero los andwas, residentes de la provincia de Pastaza, lo hacen en kichwa. Están conscientes de que esa lengua no les pertenece. La suya, el andwa, murió con su último hablante, en 2012, y hay quienes intentan revitalizarlo desde su comunidad. El lingüista Jorge Gómez Rendón ha apoyado este proceso, dejándoles claro que no podrá volver a ser una lengua viva. Sus posibilidades de volver a afincarse en el presente estarían únicamente en un nivel de comunicación básica y como un valor identitario. Mientras Jorge Gómez Rendón acepta esta entrevista, se apresura por preparar los detalles de la charla ‘Los ‘Colorados’: etnohistoria y toponimia del piedemonte andino occidental y las tierras bajas del Pacífico ecuatoriano’, que dio el pasado 10 de marzo en el Museo Nahim Isaías (Guayaquil, Ecuador). Un día después tiene planeado adentrarse en la Amazonía, terreno en el que mantiene una investigación con la comunidad zápara, cuya lengua homónima está por desaparecer con su último hablante fluido, Cesario Santi. En Ecuador se han reconocido 14 nacionalidades indígenas. En teoría, según Gómez Rendón, debería haber también 14 lenguas. Pero la lengua andwa desapareció en 2012 y la zápara sigue ese camino. Además, en términos lingüísticos, el shiwiar sería una derivación del shuar, comunidad a la que -según constata Gómez Rendón- sería muy cercana, a pesar de que esta la reconoce como propia “y hay que ser sensibles a eso”, comenta el lingüista. Bajo esa lógica, el baicoca de la nacionalidad siona y el paikoka de los secoya serían derivaciones de una misma lengua. Estos aspectos devienen, según Gómez Rendón, en la existencia de 11 lenguas únicamente.

-¿Cuál es el estado de las lenguas que subsisten de los pueblos y las nacionalidades indígenas?
Todas estas lenguas, con excepción del andwa, son lenguas vivas, en mayor o menor medida porque tienen hablantes y son transmitidas. No todas están al mismo nivel porque hay lenguas que son más vitales que otras. Una lengua igual que un ser vivo se mide por su grado de vitalidad. No solo se trata de tener muchos hablantes sino de que sean transmitidas de generación en generación. Hay casos en los que los padres prefieren no hablar su lengua, sino otra. De todas estas 13 lenguas, aunque en términos lingüísticos serían 11, hay distintos casos de vitalidad. Las dos lenguas más vitales son las de relación intercultural, que constan en la Constitución: el kichwa y el shuar. El kichwa se habla en la Sierra, en la Amazonía, pero también ahora en la Costa por procesos migratorios de la comunidad kichwahablante. Hay otras con menor número de hablantes, pero que siguen siendo vitales como el chapalá, de los chachis que se habla en Esmeraldas o el a’ingae, de los cofanes. El caso extremo y más delicado de todos es la lengua de la nacionalidad zápara que, en 2008, su lengua y sus tradiciones orales fueron declaradas patrimonio intangible de la humanidad.

-¿Qué ha pasado desde su declaratoria?
Desde esa fecha hasta ahora, pese a esfuerzos de la Unesco, del Estado y de las mismas comunidades para detener el avance de la pérdida de la lengua, si existía una decena de hablantes hasta 2001, a la fecha hay tres personas que conocen la lengua. Todos han pasado los 75 años y solo uno puede considerarse un hablante fluido, con una fluidez disminuida porque no puede hablar con la misma intensidad por la ausencia de interlocutores. La comunidad se ha kichwizado. Todos han dejado su lengua y han adoptado el kichwa.

-¿Qué factores producen que la comunidad deje su idioma y adopte el kichwa?
Varios. No se puede entender desde un único punto de vista. El proceso de kichwización de la población zápara tiene por lo menos 200 años. Lo que presenciamos ahora es su resultado. El kichwa sirvió en la Amazonía para aglutinar a gente de diferente proveniencia: étnica, lingüística, cultural. Desde ese punto sirvió como un aglutinante de poblaciones y, al mismo tiempo, una forma por la cual las poblaciones podían establecer alianzas. Podían, incluso, atribuirse una identidad específica (o crearla) que les permitiera posicionarse de manera más fuerte frente a los embates de los conquistadores, de los colonizadores. Pero, sobre todo, desde el siglo XIX, cuando llegan los extractivistas de caucho, posiblemente, según algunos historiadores, este proceso produjo que muchas poblaciones amazónicas fueron esclavizadas y casi exterminadas. Entre ellas, las que más sufrieron, fueron los záparas, los huitotos y algunos otros que quedaron casi exterminados. De la población se dice que a finales del siglo XVIII tenía 150 mil hablantes. Ahora solo tenemos uno como hablante fluido.

-¿Por qué deciden reemplazar su lengua por el kichwa?
El kichwa sirvió como una forma para defenderse, para decir: ‘yo no soy zápara, no voy a ser explotado, pertenezco a una alianza de pueblos de una lengua kichwa que se habla en la Sierra y, de alguna manera, me posiciono’. Otra de las razones (por las que el zápara está desapareciendo) es el avance de la educación intercultural bilingüe. Hasta hace poco en algunas nacionalidades, pese a no ser su propia lengua el kichwa solo se dictaba a través de este sistema. Los profesores kichwas daban clases a niños que no lo hablaban, sino que tenían su propia lengua. De alguna manera el Sistema de Educación Intercultural Bilingüe, en algunos casos, fue otro factor de kichwización y de pérdida lingüística en lugar de una ayuda. Ahora las cosas han cambiado, o pretenden cambiar. En el caso de la lengua zápara ya es muy tarde.

-¿La kichwización podría entenderse como una nueva forma de colonialismo lingüístico?
Sí. Es kichwización si lo ves desde el punto de vista de asumir la lengua y los rasgos culturales asociados con el kichwa. Quizás es menos colonialista desde el sentido que proviene desde el mismo grupo indígena.

-¿No sería igual una imposición?
Sí, pero no solo puede verse así, sino como una forma de diálogo intercultural, tomando en cuenta de que el espacio amazónico es multidiverso. El kichwa, de alguna manera, ayuda a conectar diferentes cosas allí. Hay una especie de aglutinante y, desde ese punto de vista, no es necesariamente colonialista. Desde otros, creo que sí puede leerse de esa manera.

-La ley de comunicación permite que los pueblos y nacionalidades puedan difundir sus propios contenidos pero ¿tal vez estos contenidos tendrían como matriz la lengua kichwa, siguiendo esa línea de imposición?
Los que se preocupan de sus lenguas son los indígenas. Ellos se reconocen como interculturales, además de su lengua han aprendido el castellano para comunicarse con los mestizos. Nosotros no hemos hecho nada porque somos monolingües la mayoría. Según la Constitución, la lengua oficial es el castellano, las dos lenguas de relación intercultural son el kichwa y el shuar, y el resto de lenguas son oficiales en sus territorios respectivos. A diferencia de hace 10 años, cuando regresé de estudiar al país, la preocupación por las lenguas era mínima y no había un debate, ni en cuanto a comunicación pública ni a la necesidad de traductores, espacios dedicados a la cultura. Creo que en este tiempo ha habido avances y se han detenido procesos de desaparición de lenguas indígenas. Sin embargo, el asunto es más complejo porque el hecho de que las lenguas se pierdan está asociado con algo más allá de lo lingüístico. Si vas a Estados Unidos sin saber inglés las posibilidades de subsistencia son reducidas. Si hablas inglés, tus posibilidades suben sensiblemente. Mientras mejor inglés hables, tus posibilidades van a ser mejores. Hablar o no una lengua no es solo eso, es un tema social, económico, personal, de movilidad. Si es que muchos hablantes indígenas ahora no ven que su lengua propia les aporta algo sensible a su subsistencia más allá de lo tradicionalmente cultural, es muy posible -aunque no totalmente único- que la abandonen. Por más que existan leyes, programas y todo lo demás simplemente funciona así.

-¿En ese sentido cómo podría fortalecerse la educación cultural bilingüe?
Algunos de los problemas que había de educación intercultural bilingüe (kichwa-castellano) se reflejan en el deseo de que muchos padres no quieren que a sus hijos se les enseñe kichwa porque ya lo hablan en la casa. Quieren que les enseñen bien el castellano, porque piensan que eso les va a servir. Si no creamos paralelamente a esas leyes espacios donde esos derechos lingüísticos de los pueblos indígenas realmente puedan ser ejercidos, entonces lo que estamos haciendo son solo leyes. Vamos a seguir reproduciendo el castellano.

¿Esa lucha no debe gestarse también desde las comunidades?
El Estado tiene la obligación constitucional de proteger a los colectivos que están en su territorio. Ciertamente estoy de acuerdo con que no es algo que se pueda programar o imponer desde arriba, muchos procesos de revitalización lingüística y cultural, quizás los más exitosos, no nacen desde arriba, sino desde las propias comunidades, que son las que se posicionan y buscan algo. De esos casos hay muchos en el país. El Estado se ha preocupado de la educación que en su momento fue novedosa, provechosa, pero al momento considero, personalmente, que está desgastada.

¿Por qué?
Porque no ha dado resultados realmente, no ha permitido una revitalización lingüística y cultural de las comunidades. Más bien ha servido como un paso hacia la castellanización, haciendo un gran balance en los últimos 25 o 30 años. Las comunidades tienen sus propios proyectos.

Por Jéssica Zambrano Alvarado
Fuente: El Telégrafo/www.eltelegrafo.com.ec
Fecha: 18/3/2016

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