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La destrucción del templo sagrado de los guaraníes en Punta Querandí causó el rechazo de comunidades, organizaciones y sectores de pueblos originarios en Buenos Aires

Luego de la ceremonia del Ara Pyahu que ratificó la decisión de levantar un “Opy”, conversamos con Gladis Roa (Jasy Rendy) y Darío Juárez (Chavuku), vecinos de José C. Paz y San Fernando, quienes explican la necesidad de este espacio espiritual en el contexto de la realidad urbana bonaerense. También nos cuentan del proceso de recuperación de sus ceremonias en estas latitudes del Paraná Guazú (Río de la Plata), territorio habitado por guaraníes desde antes de la conquista europea.

La propuesta de construir un Opy fue impulsada por integrantes del pueblo guaraní que participan activamente de la lucha de Punta Querandí. No sólo contó con el apoyo del Movimiento en Defensa de la Pacha sino también de otros referentes en la provincia de Buenos Aires. Conversamos con dos de ellos para que nos cuenten su opinión.

“Me parece bárbaro que empecemos a hacer las cosas nuestras, el Opy es un lugar sagrado donde podemos ir a descargar nuestra energía o conversar con el arandú (sabio)”, dice Gladis Roa, de 74 años, vecina de José C. Paz y cercana al Movimiento en Defensa de la Pacha desde los inicios de la lucha en el 2009.

Gladis vino a Buenos Aires con 18 años desde su comunidad guaraní natal en Paraguay, en la localidad de Escobar, Departamento Paraguarí. “Mi comunidad hasta hace poco estaba todavía, en el medio del monte, pero la destruyeron. Tal vez disfrazado pero seguimos como hace 500 años”, comenta con voz firme.

“Lo consultamos con otros abuelos y la verdad que es necesario tener nuestro Opy para desarrollar nuestra espiritualidad como guaraníes”, afirma por su parte Darío Juárez (40), militante de este pueblo originario y vecino de San Fernando. “Quiero aclarar que soy indígena de acá de Buenos Aires porque también es una forma de autoidentificarnos con el territorio”, agrega Darío, quien se radicó en el conurbano bonaerense hace dos décadas proveniente de la provincia de Misiones.

La desaparición total del templo guaraní fue un golpe duro. “Punta Querandí es el primer lugar donde se levantó un Opy, por eso más duele que lo han destruido. No está destruyendo cualquier cosa, se está metiendo con lo espiritual, fue un sacrilegio. Pero vamos a volver a empezar”, advierte Gladis.

Darío Juárez relata sus sensaciones sobre este ataque: “La idea era presentarlo para el año nuevo guaraní, para mostrar un poco más de nuestra cultura. Una semana antes fue desaparecido. Para nosotros fue un choque emocional muy fuerte. Creo que ellos saben lo que están haciendo. Es como si nosotros derrumbemos una de las iglesias cristianas, creo que es una locura hacer cosas como esa”.

Punta Querandí es un lugar con restos arqueológicos ancestrales que es protegido por familias y comunidades de distintas culturas originarias desde hace una década. ¿Porqué levantar la construcción más sagrada de la cultura guaraní en un territorio en conflicto? El vecino de San Fernando argumenta: “Punta Querandí reunía todas las condiciones para que haya un Opy porque tiene lo que es la lucha territorial, la recuperación de identidades y la espiritualidad. Es un lugar que tiene mucha fuerza. Tener las ceremonias qom, aymaras, quechuas, es importantísimo. La guaraní tiene que estar también”.

Un paso adelante en afirmar la espiritualidad guaraní en Buenos Aires es la construcción de un Opy en Punta Querandí. “Lo podemos traducir como una casa de rezo, una vez lo escuche a un hermano decir que la Universidad Guaraní es el Opy porque ahí desde chicos aprenden todo lo que significa la cultura. Y nosotros en este camino que estamos recorriendo, es mucha la necesidad que tenemos”, explica Chavuku.
La decisión colectiva durante la ceremonia del Ara Pyahu, el pasado 25 de septiembre, fue volver a construir el Opy en el mismo lugar. Y así se concretó el domingo 9 de octubre. La abuela Jasy Rendy afirma: “Tenemos que estar de pie, tenemos nuestra raíz muy profunda y así nomás no nos van a cortar la raíz, todas las veces que ellos destruyen una cosa, nosotros vamos a volver a empezar, eso no nos va a hacer bajar los brazos”.

De forma similar, Darío Juárez expresa: “En este proceso de recuperación de la cultura, retroceder es traicionar lo que estamos peleando. Que nos hayan destruido el Opy nos obliga a redoblar fuerzas. Sabemos que lo que estamos haciendo nosotros es para dentro de 10, 15, 50 o 100 años, para que la cultura persista en el territorio. El Opy hoy no está pero lo vamos a volver a construir. Y si mañana lo destruyen: ellos sabrán las consecuencias que van a tener por destruir nuestros lugares sagrados”.

Por su parte, la vecina de José C. Paz advierte: “Yo les diría a ellos que tengan mucho cuidado con lo que hacen, no es una amenaza, es un consejo que les doy, porque el Opy es una cosa muy grande, es muy sagrado lo que ellos están destruyendo. Deberían cuidar ese lugar porque a través de eso ellos se benefician también, con todas las cosas que están pasando hoy en día, yo diría en todo el mundo entero porque no sólo acá pasan cosas feas, y todo eso está resguardando el Opy. Todas las personas que estén ahí cerca se benefician, entonces tienen que respetar”.

Recuperar la espiritualidad en territorio guaraní

Las ceremonias de origen andino en Buenos Aires se realizan de manera abierta hace ya varias décadas en el ámbito urbano. Más reciente es el proceso de los festividades guaraníes. En la zona norte del conurbano, distintos sectores de este pueblo hace media década comenzaron a compartir el Ara Pyahu (año nuevo), que se venía haciendo pero de forma íntima. Los primeros dos años se hicieron actividades en Punta Querandí y a un kilómetro, en el paraje del Árbol Caído, frente al sitio sagrado Rancho Largo. “Ya se venían celebrando varias ceremonias del pueblo andino y creíamos que era tiempo ya de también mostrar nuestras celebraciones”, recuerda Darío. Los siguientes Ara Pyahu, a partir del 2013, se hicieron en el Centro Cultural de la Universidad General Sarmiento con el apoyo del Ciclo Reencuentros con Pueblos Originarios.

“Si bien el Ara Pyahu se mantiene en varias comunidades de otras provincias y otros países, en Buenos Aires se había perdido y la idea era recuperarlo para afianzar el territorio bonaerense como parte del territorio guaraní”, recuerda Chavuku. “Al principio dudábamos si se iba a entender el mensaje, si era apropiado mostrarlo inclusive, y vimos que la participación y la aceptación fue total”, agrega. “También sirvió para que muchas personas que tienen sangre guaraní, o que tienen alguna conexión con el pueblo, se acerquen y pierdan el temor de empezar a hablar de cultura guaraní en Buenos Aires”.

Las raíces guaraníes están presentes en miles de familias bonaerenses, pero una gran parte de estos vecinos se criaron en la ciudad. “Nosotros como pueblo, estamos acá en territorio bonaerense y muchas veces en reconstrucción de cosas que ya no están, porque muchos ya no nacimos en comunidad, no aprendimos el idioma desde chicos y todo ese proceso de recuperación de identidad la estamos tratando de hacer completa. La espiritualidad en este sentido es muy importante. Los que estamos en la militancia indígena sabemos que el acompañamiento espiritual es esencial”, explica Darío.

“Cuando hicimos el Opy nuestra idea era hacer como hacían nuestras comunidades antes, antiguamente se presentaba a los chicos en comunidad, se presentaba a las nuevas parejas, los hermanos que sentían que tenían que tener su nombre indígena, también se le daba su nombre originario. Nosotros decimos: no están los caciques como antes, no están los opygua, o sea los chamanes, pero tenemos que hacerlo también nosotros, en otro tiempo, en otros lugares, con otros paisajes pero tenemos que seguir haciéndolo, porque Buenos Aires todavía es Pacha, es Mapu, Ivy Pora, es territorio todavía. No estamos haciendo cosas de otros lugares, estamos haciendo nuestras ceremonias como las hacían antes pero en el 2016”, se entusiasma.

“Tener sangre guaraní es gratis, pero hacerse cargo de la sangre, creo que ahí viene la parte difícil y ahí es donde empieza la militancia, la lucha y la recuperación. No podemos ir tímidamente, vamos por todo”, concluye Chavuku.

Una semana después de la noticia de la desaparición del templo guaraní, se llevó a cabo la ceremonia del Ara Pyahu en Punta Querandí. “Fue excelente, el tiempo ayudó, muchísima gente, fue muy, muy bueno”, evalúa Gladis. “La repercusión fue terrible, vinieron muchas personas. La ceremonia la hicimos como la teníamos que hacer, fuimos hasta el Opy”, resalta Darío. Y agrega: “Creo que la gente que estuvo en el lugar entendió perfectamente el mensaje y todos sintieron la energía, nosotros decimos la Mbareté Guaraní. Y eso para nosotros como cultura, que abrimos un poco más nuestras puertas, fue muy emocionante y muy movilizante”.

“Este año nuevo guaraní representa lo que es nuestra festividad pero también representa la resistencia. Estos 7 años de Punta Querandí no hubieran sido lo mismo sin el acompañamiento de las ceremonias. Por eso este Ara Pyahu el lugar se llenó de ese Mbaraté Guaraní, se llenó de esa fuerza y compartir eso con la gente es inolvidable”, insiste el vecino de San Fernando.

Son tiempos tiempos de desafíos para las organizaciones indígenas en el ámbito urbano, con una cantidad exponencial de vecinos de raíces aborígenes. La profesora de historia Mayra Juárez, del Ciclo Reencuentro con Pueblos Originarios de la Universidad General Sarmiento, afirma: “El pueblo guaraní cuenta con una ventaja, su preexistencia territorial”. En Tigre, el legado de esta cultura nativa está presente en los nombres de casi todos los ríos y arroyos.

“Necesitamos nuestros espacios, necesitamos desarrollar nuestra espiritualidad, necesitamos lugares donde aprender nuestra lengua, nosotros vamos a seguir trabajando en ese sentido. Esperemos que algún día estas ceremonias se hagan en más lugares, que se reproduzca, que la gente aprenda el idioma, que comprenda el mensaje del pueblo guaraní, va a ser algo muy positivo para el territorio”, fundamenta Darío.

En esa proyección del pueblo guaraní en Buenos Aires, parte de su territorio ancestral, el Opy en Punta Querandí es la base para nuevos reclamos en la zona del Delta del Paraná. La resistencia recién comienza.

Por MDP Punta Querandí
Fecha: 25/10/2016

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